viernes, 11 de mayo de 2007

Capítulo 1. El misterio de los más recientes

Recuerdo un día, en casa de Albert, habiendo los dos regresado de un viaje de negocios para cobrar una vieja herencia de una joven polaca, que de pronto, al abrir la computadora, escuché, Ah tío mira que página más guapa descubrí el otro día. Se trata de una pestaña a color con gran variedad de motivos caseros! És una pasada!

A mi, se me caían las lágrimas, no podía creerlo, era la cosa más bonita que había visto desde que tenía doce años. La manera como uno podía acceder y desacceder, la gracia con la que se movía todo eso, el color,...o el color! ese tono medio amarillento acompañado amable siempre de un sonido tan inestable y real. Como no podía llevármelo a mi casa, allí en ese estado tampoco podría disfrutarlo, en absoluto... estaban a punto de llegar la mujer de Albert y una amiga milenaria, y no podía dejar de preguntarme como podría resolverse aquella angustia.

Al fin nos dispusimos mi amigo y yo, a fumar un poco mientras esperábamos a las chicas, y todo permaneció con normalidad. La pantalla dejó paso a unas atractivas listas de canciones con colores esmeralda en sus reproductores y en el horno un par de pizzas para disfrutar mejor de aquél encuentro. En ese momento, con humor característico, no advertí estar cometiendo un grave error al no memorizar la dirección de aquél vendaval de atrocidades. Llegaron las chicas, comprobé un primer síntoma de que algo no habría hecho bien pues no me preocupe porque la compañía era enormemente grata. A saber de dónde vendrían, seguro que se habían largado dos o tres horas por allí contándose la vida y bebiéndose unas cuántas cervecitas, está bien que se relajen.

Después, al pasear a la perra, sin saber porque, pensé en preguntarle a Albert la dirección completa de aquello, pero otra vez la distracción, y la cosa iba a peor, ahora eran un montón de perritos cagándose entre sí los que hicieron que un dieciseisavo santo se me fuera al cielo. Bueno y ya mañana será otro día, no sé si dormí muy bien aquella noche... ah, no, porque lo tuve que hacer como noble acompañante amigo y todo el rato recibía coces y manotazos.

Riqui

1 comentario:

al dijo...

Riqui ha decidido escribir un cuento por fascículos en el blog... en fin.

La culpa es mía por animarlo...